Cuando hablamos de estrés, es importante diferenciar lo que es adaptativo y lo que se convierte en un problema. Cuando hablamos de que es adaptativo, nos estamos refiriendo a que es una respuesta fisiológica y psicológica NATURAL de nuestro cuerpo, ante situaciones que nuestro sistema nervioso percibe como amenazantes o desafiantes. Estas situaciones se denominan estresores. Para cada persona, en función de sus recursos, capacidades, experiencia vital y personalidad, estos estresores serán diferentes y también serán diferentes las respuestas fisiológicas y psicológicas.

Este tipo de estrés, adaptativo, NO es un problema, sino un RECURSO que necesitamos para poder abordar y dar una respuesta adecuada a ese tipo de situaciones amenazantes o desafiantes. Nos ayuda, por tanto, a defendernos, tomar decisiones, tomar medidas y aprender.

El estrés se convierte en un PROBLEMA cuando es constante o cuando esas respuestas fisiológicas y psicológicas son muy intensas. En ambos casos, se comienza a afecta la salud física y la salud mental, apareciendo síntomas como ansiedad, depresión, insomnio, cambios en el apetito, dificultades cognitivas, y una variedad de síntomas físicos, desde dolores de cabeza a problemas digestivos.

Dependiendo de la continuidad en el tiempo del estrés, y de su grado de intensidad, podemos diferenciar:

1.- Estrés agudo. Es un estrés repentino, intenso y de corta duración, asociado a una circunstancia concreta y que se resuelve cuando la situación termina, o poco después.

2.- Estrés crónico. Es un tipo de estrés que se mantiene en el largo plazo, pudiendo persistir meses o incluso años.

¿Qué podemos hacer para gestionar el estrés?

Existen distintas herramientas y recursos que podemos utilizar para gestionar el estrés no adaptativo. Podemos, además, decidir intentar usarlas por nuestra cuenta, o bien acudir a un psicólogo general sanitario para que nos ayude, no sólo con la identificación y uso de las herramientas y recursos adecuados para nosotros, sino también con intervención terapéutica.

Hay que tener en cuenta que existen distintos tipos de intervenciones terapéuticas para el estrés no adaptativo y que no todas tienen evidencia científica. Es importante que nos aseguremos de que la propuesta de intervención terapéutica que nos hagan se encuentre dentro de las que sí tienen evidencia científica.

Dentro de las herramientas y recursos que podemos intentar por nuestra cuenta se encontrarían:

1.- Realizar ejercicio de manera regular. El ejercicio libera endorfinas, que actúan como analgésicos naturales y ayudan a mejorar el estado de ánimo. Existen miles de formas de hacer ejercicio y es importante que sea a la intensidad adecuada para nosotros.

2.- Tener apoyo social. Si contamos con una red de apoyo social, ya sea a través de amigos, familiares o grupos, tenemos un importante recurso que puede ayudarnos a reducir el impacto del estrés.  Es importante que en nuestra red podamos compartir experiencias y sentir que nos escuchan y que les importamos.

3.- Técnicas de gestión del tiempo. Si aprendemos a gestionar nuestro tiempo de una manera adecuada, estableciendo límites y planificando nuestros días, podemos, no sólo reducir nuestro estrés, sino también motivarnos.

Dentro del contexto terapéutico, las intervenciones terapéuticas con mayor evidencia científica tenemos:

1.- Terapia Cognitivo-Conductual (TCC). Este tipo de terapia tiene como objetivo identificar los patrones de conducta y de pensamiento que nos producen dificultades. Una vez identificados, se interviene para cambiarlos, de tal manera que dejen de contribuir a generar estrés.

2.- Mindfulness. El mindfulness entra dentro de lo que se llaman las terapias de tercera generación. Su objetivo es el trabajo con la atención, desarrollando capacidad para estar en el momento presente, y mirarnos y cuidarnos con bondad. Es importante entender que no es adecuado para todo el mundo, y tampoco para todos los momentos y circunstancias.

3.- Psicofármacos. En algunos casos concretos, los psicofármacos pueden ser necesarios. Si es así, los más indicados son los que entran dentro de la categoría de los ansiolíticos o de los antidepresivos.

Recuerda que un psicólogo general sanitario NO puede prescribir psicofármacos, por lo que, si considera que son necesarios, deberá hacerte un informe para tus médicos, de cara a que ellos valoren la posibilidad de prescribir el más adecuado para ti.

Si necesitas ayuda terapéutica, puedes ponerte en contacto con nosotros. Te ayudaremos encantados.

 

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